Camping Los Alfaques N-340. Alcanar,Tarragona.
Los hechos.
El 11 de julio de 1978, un camión cisterna cargado con 25 toneladas de propileno licuado salió desde Tarragona de la refinería Enpetrol y se dirigió hacia el sur por la vieja N-340, hacia Alicante. La cisterna tenía una capacidad aproximada de 45 metros cúbicos y una capacidad legal máxima de 19,35 toneladas de carga a 8 bar (unas 8 atmósferas). Sin embargo, como demostró la investigación posterior, esta capacidad fue sobrepasada con creces. Por si fuera poco la cisterna, no disponía de ningún sistema de válvulas de sobre-presión..
La tragedia se inició cuando el conductor del camión decidió conducir por la N-340 en dirección sur. Después de recorrer 102 kilómetros (en el p.k. 159,5) a las 14:35, al pasar por delante del camping "Los Alfaques", ocurrió la catástrofe. En ese momento, el complejo tenía registradas unas 800 personas, y se estima que entre 300 y 400 se encontraban dentro del radio de la explosión, calculada entre 0,5 y 1 km, que mató instantáneamente a 158 personas.
En la investigación subsiguiente se expuso como hipótesis más probable que el camión cisterna estaba sobrecargado, ya que llevaba unas 25 t en vez de las 19 máximas reglamentarias. Aquella cantidad ocupaba totalmente el espacio disponible de la cisterna, que de este modo quedaba llena al 100%. A pesar de que inicialmente el líquido se encontraba muy frío, debido a la larga exposición al sol durante el viaje, la carga se fue calentando y con ella se generó una expansión del líquido contenido, el cual, al carecer de espacio para expandirse, elevó la presión interna muy por encima de la que correspondería a su punto de equilibrio líquido-vapor (límite para el que estaba diseñada la cisterna). A consecuencia del exceso de presión, el tanque de acero reventó posiblemente por rotura de una de las soldaduras que unían dos secciones cilíndricas de la cisterna, partiendola en dos. En ese instante, el propileno licuado se encontró sin una contención y se liberó bruscamente, al igual que ocurre en una turbina a reacción.
El gas licuado, al liberarse y encontrar numerosos puntos productores de chispas por los rozamientos, se incendió generando una explosión cuya fuerza partió en dos el camión, proyectando sus mitades en direcciones opuestas a cientos de metros. Como resultado, la parte delantera de la cisterna y la tractora del camión sufrieron un impulso hacia adelante en la dirección de la carretera.
![]() |
Cabeza tractora. |
La parte posterior, mucho mayor, salió despedida hacia atrás, desviándose ligeramente de la carretera y avanzando más de 200 metros campo a través hasta alcanzar el edificio de un restaurante.
![]() |
Cisterna. |
Visto el ángulo que formaron las dos partes de la cisterna se puede inferir que la rotura de la soldadura empezó por el lado del mar, justo apuntando al cámping de los Alfaques. Las dos piezas en que se rompió la cisterna avanzaron hacia la montaña, mientras que el líquido incendiado avanzó hacia el campamento. La deflagración del líquido arrastró una pieza inerte de la cisterna, su cobertura, que se encontró en la mitad del campamento, concretamente en la zona de mayor devastación.
Durante la explosión, la bola de fuego cubrió en un instante la mayor parte del campamento, afectando la plaza situada al sur de la calle y a muchos de los veraneantes que estaban allí. Además, las altas temperaturas de más de 2000°C hicieron que la gran cantidad de bombonas de gas que había en el camping se inflamaran, sumándose a la explosión. Según los testigos presenciales, la temperatura en la zona fue tan alta que hizo hervir el agua de la orilla del mar hacia donde huían las víctimas.
![]() |
La explosión dejó un cráter de 20 metros de diámetro por 2 de profundidad. |
Apariciones en la N-340.
Otro tramo fantasmal por antonomasia es el que transcurre en el punto kilométrico 159,5 de la N-340, se trata de la recta que pasa delante del camping.
Decenas de conductores aseguran haber visto, quizás por pura sugestión de saberse en un lugar marcado por una tragedia tan terrible o misterio real, a hombres, mujeres y niños de rostro inexpresivo observando su paso desde el arcén, justo frente al lugar de la explosión.
Javier Martín Moraleda (6 de octubre de 2004) decide llamar al programa Milenio3 y contar su historia: "al pasar una noche junto al camping y llevar las luces largas puestas, vio junto al arcén un ser alto, de rostro irreconocible con un pantalón corto, que permanecía oscuro pese al reflejo de las luces del vehículo. Más adelante, hasta 5 figuras más, sin rostro, vestidos de verano y hasta una pequeña figura vestida con ropa veraniega roída y un cubo de playa oxidado…" Personajes sin rostro, junto a la carretera, cerca de la tapia blanca que daba entrada al camping y con ropas veraniegas, son imágenes que se repetirán de testimonios de personas completamente diferentes a lo largo de toda la narración.
Daniel y María, guardias civiles que redactaron una de las diligencias oficiales sobre estos fenómenos extraños, mencionan a una madre y una niña de largos cabellos rubios vestidas de verano merodeando por la playa y los alrededores del camping.
Tenemos la historia de un camionero llamado Fernando, una historia entre la leyenda y la realidad. Fernando cubría la ruta entre Valencia y Tarragona, aquella noche de verano llevaba en la cabina del camión a su mujer y su hija. Al llegar al kilómetro 159 le sorprendió como un grupo de personas, casi a medianoche, estaba en el arcén de la carretera, con niños con gorros, cubos y palas para jugar en la arena. Fernando despertó a su esposa, Carmen, y le dijo: "Carmen, que estarán tramando esos niños que se esconden". Aquellos críos parecían huir del camión como si les diera miedo. A la mañana siguiente lo comentaron en la cafetería del hostal y el camarero les mostró un recorte de prensa que ponía: “Tragedia en la camping los Alfaques, 216 personas muertas al explotar un camión cisterna que transportaba materiales peligrosos”.
Juan José Rubio, Pedro Gómez y Miguel Delgado acudieron durante varios fines de semana a los Alfaques en busca de respuestas sobre los extraños sucesos.
En su último día de investigación, decidieron ir desde la una de la madrugada hasta las cinco aproximadamente, según sus declaraciones, esa noche vivieron lo insólito en dos ocasiones. La primera fue cuando circulaban con el coche a escasos 800 metros del camping y pudieron observar con sus propios ojos como varias personas andaban por el arcén de la calzada desapareciendo tiempo después.
Un superviviente.
El niño del polo: en los artículos de prensa que relataban las historias del trágico accidente se aludía a la historia del "niño del polo", único superviviente de una familia madrileña, que se había salvado por ir a comprar un helado.
Gracias al programa Cuarto Milenio sobre la primera investigación sobre Los Alfaques. El niño del polo, Julio, se puso en contacto con el programa y contó su versión: "el día de la tragedia estaba en pleno camping, en el lugar donde cayó la carga. A mi alrededor había mucha gente ardiendo, algunos pidiendo ayuda y otros ya calcinados en el suelo. Hubo incluso una lluvia de fuego, por el propileno que caía ya ardiendo tras la explosión de la cisterna. Y no me alcanzó ni una llama. Para que te hagas una idea, estaba a sólo diez metros de donde explotó la cisterna. La única explicación que a mí me dieron en su día fue que el chaleco salvavidas que llevaba puesto estaba hecho del mismo material que el gas que transportaba el camión, por lo que se produjo una especie de repulsión magnética; como ocurre con los imanes. Es la única teoría que alguien supo darme". Quizá eso explique también por qué en algunos sitios había botellas de plástico en perfectas condiciones y, al lado, barras de hierro fundido…».
Fuente: Milenio3 / Javier Perez Campos / Cuarto Milenio.
Comentarios
Publicar un comentario